Se dice que en el corazón del bosque se esconde un taller muy especial. Allí los niños y niñas se convierten en pequeños ayudantes de Papá Noel: pueden ayudar a construir juguetes, preparar regalos llenos de sorpresas e incluso jugar con los juguetes más especiales y únicos. Entre risas y sueños, descubren que la magia también puede crearse con sus propias manos.

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Otros cuentan que, detrás de una puerta en Tremp, hay un estudio muy especial. Allí los niños y niñas pueden descubrir el taller de galletas, donde las manos se llenan de harina y los moldes dibujan estrellas. Es un lugar donde la diversión es dulce y cada detalle huele a Navidad. Y cuando la harina ya vuela por el aire y las galletas se hornean, llega el momento de pasar al rincón más cálido: el sofá junto al árbol, donde los abrazos se alargan y las miradas se vuelven más tiernas, como si el tiempo quedara suspendido por un instante.

No importa qué experiencia elijáis: la Navidad siempre estará presente, porque la verdadera magia no está en el decorado, sino en las risas, los abrazos y el tiempo compartido en familia.